La incertidumbre y subestimación de muertes por coronavirus sólo ha permitido hacer comparativos equívocos entre naciones, al no detenerse a comprender cómo se comporta el virus por región y no definir un panorama más claro en materia de políticas públicas
La magnitud de la epidemia sigue oculta y, ante ello, la certeza de la cantidad de contagios queda en las pruebas de COVID-19 y en el rastreo de contactos. Con base en información provista a finales de abril de 2020, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) señaló que México es el país que realiza menos pruebas para detectar coronavirus.
Para subrayar la importancia de que se realicen las pruebas, el internacionalista y Doctor en Políticas Públicas, Mauricio Meshoulam compartió recientemente en una entrevista para medios, que éstas pueden ayudar a comprender de mejor manera cómo se comporta la COVID-19, además de definir un panorama más claro de hacia dónde se dirige, cuándo va a llegar la vacuna y cómo todo ello habría de guiar nuestro comportamiento, además de medir el impacto económico que el virus tiene en cada país.
Hasta el momento las autoridades sanitarias en México han reconocido que en los reportes oficiales diarios quedan fuera todas aquellas personas que murieron por COVID-19 sin hacerse la prueba, es decir, insisten en que sus cifras oficiales sólo reflejan los enfermos diagnosticados. Por si fuera poco, este lunes 6 de julio, el subsecretario de salud, Hugo López-Gatell informó que en las conferencias de prensa diarias ya no darán las cifras de nuevos contagios y muertes validadas en las últimas 24 horas y que comenzarán con “un nuevo esquema de comunicación”. En resumen, ya no contaremos con los números de evolución de la pandemia, cifras que no sólo se utilizan en México, sino a nivel mundial.
Que dichas cifras se omitan en las ruedas de prensa nocturnas implica que ya no se mencionen los nuevos casos de contagio por día, ni las muertes reportadas o validadas durante esas veinticuatro horas. Éstas describen el avance del coronavirus en cada país. En contraste, las gráficas de la evolución de la pandemia en México que comparte el politólogo Sebastián Garrido a través de en su cuenta de Twitter, provienen de las bases de datos abiertos publicados por la Secretaría de Salud; las correspondientes al pasado domingo 5 de julio reflejan que tan sólo ese día se registraron 273 defunciones de pacientes por COVID-19, hecho que significó el segundo incremento más grande para cualquier domingo desde que se publica la base de datos.
Retomando el tema de la relevancia de la aplicación de pruebas, Meshoulam señala que existen dos errores que se cometen a nivel global: el primero reside en hacer predicciones apresuradas y, el segundo, en hacer valoraciones sobre qué países lo están haciendo bien, cuando aún no se comprende todavía el efecto o el impacto dentro de los países. Para muestra, el internacionalista comentó sobre el caso de Suecia, país que siempre surgía como referencia al no haber usado confinamientos en su manejo sobre la crisis de coronavirus. Sin embargo, en comparativa con sus países vecinos, fue el que peor se ha comportado, el que más malos efectos ha tenido: más muertes, más contagios, al grado en que los funcionarios suecos están reconociendo que debieron haber seguido otros caminos.
Lo mismo menciona sobre la experiencia de Israel, país que había llevado bien todo el control y la gestión de la pandemia, al grado en que apuntaba a ser un caso por estudiarse a nivel mundial al haber tenido pocos decesos, hecho que a la fecha se mantiene. Aunque, a últimas fechas, está re-experimentando mayores brotes, motivo por el que sus servicios de salud se podrían colapsar en breve. Ello, conforme al recuento de Meshoulam, quien explicó que tan sólo en unos pocos días el panorama puede cambiar completamente la manera en la que se estudian los casos.
Considerando que cada país y economía vive un contexto, evolución y subestimación de muertes distinta respecto del virus, el contar con pruebas, acompañadas de estrategias de aislamiento y seguimiento de contactos puede marcar la diferencia.
La temporada de influenza comienza en octubre en el país, hecho que López-Gatell aprovechó para hacer énfasis sobre la gran posibilidad de que la pandemia de coronavirus se extienda hasta abril de 2021. Al lunes 6 de julio, en México, se reportaron 31,119 muertos y 261,750 casos confirmados acumulados de COVID-19, al tiempo que 17 estados se encuentran en estado de riesgo alto (naranja) y los 15 restantes continúan en semáforo rojo (alerta máxima). Mientras tanto, la ciudadanía mexicana sólo recibirá el número de contagios y de muertes acumuladas, restando claridad sobre el avance diario del virus en el país, al tiempo que todo lo relacionado con las políticas económicas, políticas y de salud en relación a la pandemia parecen desdibujarse día a día.
Gabriela Estrada Espínola es licenciada en Comunicación por la Universidad Simón Bolívar y Maestra en Periodismo sobre Políticas Públicas por el Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE. Ha colaborado en diversos medios y agencias de publicidad. Twitter: @GabaMaiden
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