Conforme al secretario general de la ONU, António Guterres, las consecuencias de no atender dicho sector equivalen a gastos de más de un billón de dólares anuales, por lo que recomienda implementar estrategias de salud mental que contrarresten a la COVID-19
La pandemia ha cambiado en esencia a diferentes sectores como lo es el de la ciencia, en el que como lo ha señalado la revista The Economist, “se va cosechando del torbellino” apostando quizá porque a largo plazo cambie la manera en cómo ésta se publica permanente.
Casi lo mismo aplica para el sector alimenticio que, a nivel mundial y a lo largo de las décadas, ha ido mostrando una gran interdependencia derivada de la conectividad; conforme a ello, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés) señala que el coronavirus está afectando a los sistemas alimentarios mundiales, causando a su vez problemas en las cadenas de valor agrícolas a nivel regional, lo cual presenta riesgos para la seguridad alimentaria de los hogares.
Sin embargo, un punto a favor es que, hasta el momento, no existe evidencia de que la COVID-19 pueda ser transmitida a través de la comida, aunque a raíz de las reglas de distanciamiento social, otro de los sectores agudamente dañados en materia económica lo ha sido el restaurantero del que la Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados (Canirac) asegura que se podrían perder 300 mil empleos formales e informales de no existir incentivos para dicha industria.
En lo relativo a la ciencia, de nueva cuenta The Economist comenta que el incremento de papers especializados en la investigación del SARS-COV-2 (coronavirus), se ha visto reflejado en más de 7,000 documentos que van de la virología hasta la epidemiología; respecto del sector alimenticio, específicamente en la cancha de los reguladores de seguridad alimentaria, la FAO asegura que se está velando por mantener a todos los trabajadores de las cadenas de producción y de suministro en un ambiente seguro y estable, pues éste es básico para evitar la escasez de alimentos.
Inocuidad alimentaria, que le dicen y que se refiere a las condiciones prácticas que preservan la calidad de los alimentos para prevenir la contaminación y las enfermedades transmitidas por el consumo de comida. En ésta trabajan la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS) desarrollando orientaciones políticas en diferentes aspectos y con base en el contexto que se vive por la COVID-19.
A pesar de ello, el problema que ha persistido incluso antes de que la pandemia fuera el monotema de conversación dentro de cada uno de nuestros círculos es el de la salud mental del que conforme a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) existe un aumento en los suicidios, las adicciones y del estrés, así como de la ansiedad y de la depresión debido a la pandemia. António Guterres, secretario general de la ONU en días pasados hizo un llamado a ayudar a a adultos mayores y a adolescentes pues éstos son los que más sufren del confinamiento que requiere el combate al virus.
Hablando en cifras monetarias, Guterres señaló que además de la huella e incidencia negativa que tiene la COVID-19 en la salud mental, tanto la depresión como la ansiedad implican gastos de más de un billón de dólares anuales, motivo por el que ha alentado a los gobiernos del mundo a implementar estrategias de salud mental que contrarresten el impacto del coronavirus, pues este rubro sólo recibe el 2% de apoyo por parte de las autoridades competentes en la materia.
Crisis de ansiedad, depresión y angustia pueden agudizarse por el encierro que exige el combate a la pandemia, datos que la Secretaría de Salud ha documentado que existe un alza de 35 por ciento. El pasado 20 de mayo se celebró el Día del Psicólogo, en medio de una crisis de salud mental que deja ver un sin fin de fauces que no se originaron, sino que se desvelaron e incrementaron ante la crisis de coronavirus.
Respecto de la solución a dicha problemática, también han surgido iniciativas como “Cuida Tu mente” del Tec de Monterrey, que cuenta con un sitio abierto al público, así como con una línea abierta las 24 horas (800 813 9500) a fin de lidiar con el estrés y con las emociones que se acentúan en medio de la cuarentena.
Igualmente, para aquellas personas que han perdido a un familiar a razón de la COVID-19, existe el portal Bordando Memorias desde el Corazón, que también cuenta con opciones de apoyo psicológico gratuito a través de Locatel, la Línea de Atención Psicológica Call Center UNAM, 911 Emergencias. Básicamente es un espacio de consuelo en el que también se pueden recibir textos, insertar fotografías o subir la música favorita de la persona fallecida a fin de promover la memoria familiar y compartir sus vivencias ante la imposibilidad de realizar actos funerarios debido a la contingencia sanitaria.
Gabriela Estrada Espínola es licenciada en Comunicación por la Universidad Simón Bolívar y Maestra en Periodismo sobre Políticas Públicas por el Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE. Ha colaborado en diversos medios y agencias de publicidad. Twitter: @GabaMaiden
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