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¿Quién diablos es Clare Mackintosh y por qué puede ayudarte si acabas de perder a un ser querido?

Pareciera que entre la profesión de periodista y la de policía existen tenues diferencias. En ello, coincide un estudio de caso de la escuela de periodismo de la Universidad de Columbia en Estados Unidos, que nos recuerda que el periodismo de investigación y el trabajo de detective comparten una buena lista de similitudes. 

Tareas como comprobar direcciones, descubrir nuevas líneas de investigación y reunir evidencias encuentran caminos similares, aunque en respecto de la tarea periodística pareciera no existir una sola manera de “dar al clavo”. 

Con base en información provista por Reporteros sin Fronteras (RSF) en su informe anual, México es el país más peligroso para ejercer el periodismo, pues tan sólo en 2020 fueron asesinados ocho periodistas; ello, seguido de la India (4), Pakistán (4), Filipinas (3) y Honduras(3) todos considerados países de “paz”.

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El periodismo como labor de alto riesgo en los países citados por RSF, requiere de investigación, de técnicas, de estrategias adecuadas y, algunas veces, ha de hacer uso del engaño e, incluso, de dispositivos ocultos para obtener información, sin perder la vida y sin hacer de lado las medidas de seguridad correspondientes para casos que implican reportajes peligrosos. 

Sin embargo, esto último no es una tarea que todos los periodistas aprueben, pues implica decisiones editoriales y ética, en las que las estrategias y técnicas de información salen a relucir en las redacciones o nuevos proyectos de periodismo, ya sea como un tema complejo de estrategia engañosa e, incluso como el método perfecto para informar sobre una historia.

En contraste, el trabajo policiaco se ajusta a un conjunto de normatividades y de prácticas, al que un buen tiempo (exactamente 12 años), Clare Mackintosh le dedicó su vida en el departamento de investigación criminal de Inglaterra, además de ser comandante del orden público.

A veces las pasiones parecen seguir un mismo camino, pero con diferente cara, ése fue el caso de Clare, cuando decidió trabajar como periodista freelance y como consultora de redes sociales, llevando con ella las herramientas de su trabajo anterior.

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Justamente las habilidades que adquirió al recopilar testimonios de acusados y de testigos, le ayudó a aprender muy bien cómo llevar el proceso de documentación de una historia, por lo que al poco tiempo escribió su primera novela: “Te dejé ir”.

¿Se imaginan el número de historias que debe tener un policía frente de sí en tan sólo un par de horas? Seguramente habrá algunas que se guarden en su corazón y otras que se lo destruyan o coincidan con algún episodio de su vida. Ese fue el caso de Mackintosh cuando armó su primer libro, pues la historia era una combinación de su trabajo con su vida personal.

Resulta que en alguna ocasión, siendo policía, le tocó atender el caso de un niño que murió arrollado por un conductor, de quien no podía comprender que se hubiese dado a la fuga sin pensar siquiera en auxiliarlo, después de causarle daño. El pequeño murió y Clare no imaginaba el dolor por el que podría estar pasando su mamá al saber que ya nunca más volvería a verlo.

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Pasado el tiempo, nuestra querida policía, tuvo la mala suerte de perder a uno de sus hijos, siendo este tan sólo un bebé de tres semanas de nacido, quien enfermó de meningitis. 

Creyó que nunca se sobre pondría al trauma y a la gran ausencia que Álex dejaba, aunque 14 años después escribió una serie de promesas que compartió en Twitter con otras mamás que pasaban por la misma situación.

Tomando la época que vivimos bajo el contexto de pandemia, estas promesas, pueden ayudar a sanar a muchos, haciéndoles saber que: “no siempre se quedarán despiertos llorando; que no siempre será lo primero que piensen todas las mañanas; que no siempre sentirán que ese nudo en la garganta es una roca imposible de mover; que esas olas de dolor que los derriban, algún día se volverán más pequeñas; que caminar no siempre se sentirá como si estuvieran arrastrando las piernas; que podrán decir su nombre sin llorar; que compartirán su recuerdo; que se sentirán tristes, pero no rotos”.

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Respecto del duelo o la pérdida que deja la partida de un ser querido, Clare Mackintosh nos recuerda que no siempre nos dolerá como hoy.

En memoria de Carlos Estrada Ramos, que en paz descanse.

Gabriela Estrada Espínola es licenciada en Comunicación por la Universidad Simón Bolívar y Maestra en Periodismo sobre Políticas Públicas por el Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE. Ha colaborado en diversos medios y agencias de publicidad. Twitter: @GabaMaiden

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Música y gastronomía,un camino para aceptar el dolor, compartirlo y sanar

En la crónica de lo contemporáneo, si la salud mental se escapa entre la cultura popular, aún en los rincones y en los momentos menos esperados, buscará una salida, una cura en la que el estrés, el miedo, la irritabilidad, la tristeza y la depresión se desdoblarán ante el ojo público

Del teórico cultural Mark Fisher al chef Anthony Bourdain existe un breve cuadro que, en cámara lenta, retrata el desdoblamiento de la salud mental ante el gran ojo público. Dando una vuelta en la historia y recordando grandes publicaciones, NME (New Musical Express) es una revista inglesa que se publica semanalmente en el Reino Unido desde el año de 1952. Ésta, tuvo su punto máximo de fama en una época peculiar, la era punk, alimentada de independencia y contracultura como gasolina de la creatividad. 

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En tempo acelerado, el sonido de la batería en este género, llevó el culto al rock and roll, al tiempo que el escritor Mark Fisher lo llevó en el corazón escribiendo para revistas como NME, Sight & Sound y The Wire a través de su blog “K-Punk”. En su momento, Fisher fue un gran referente para los autores de su generación  y su blog, fue más allá de la música, señalando en su último escrito que “Lo personal es político, que los gustos expresan una dimensión mayor”. Mark habló de depresión a través de la cultura popular en la que señalaba que se escondían los verdaderos conflictos contemporáneos, especialmente cuando ésta se dejaba llevar por lo establecido. Para este amante del post-punk el hecho de asumir la incapacidad de cambiar al mundo a través del arte -como lo es la música-, se convertía en mero entretenimiento.

Foto: Pixabay.

Para Fisher bandas como Joy Division, Public Enemy y artistas como James Blake o Adam Thaws, mejor conocido como Tricky, salían del patrón establecido por grandes corporaciones, lejos de la recompensa inmediata. Disfrazar el desencanto mediante un “pop cargado de esteroides” para Mark no era más que el efecto de una droga que invitaba a respirar una felicidad forzada, en la que la depresión no se dejaba tiranizar jamás.

Por otro lado, a Anthony Bourdain tuvimos la oportunidad de conocerlo como a una celebridad de la gastronomía que trabajó como chef ejecutivo en el restaurant Les Halle´s en Manhattan, Nueva York. Además de inmersionarse en shows televisivos como “Memorias de un cocinero”, que permaneció al aire con nada menos que 35 episodios a lo largo de 2002 y de 2003, también desarrolló su carrera de escritor tanto en el ámbito culinario como en el de los cómics, trabajo en el que sobresale “Hungry Ghosts”.

Sin embargo, Bourdain sufrió de depresión y adicción al alcohol durante varios años y fue justo a través de “Memorias de un cocinero” que declaró que sí llegó a usar productos farmaceúticos, heroína, cocaína y anfetaminas como parte de sus actividades en la cocina y en los diferentes restaurantes en los que trabajaba junto a sus compañeros. La institución de salud The Florida House Experience (FHE) rememora en una de sus publicaciones que durante dicho periodo Anthony llegó a señalar que caía en continua depresión profunda debido al abuso de sustancias, al grado en que ni siquiera podía tomar el teléfono y prefería escuchar los mensajes de la máquina contestadora, al tiempo que se iba colando en un profundo agujero negro del que se dio cuenta que tenía que salir.

Foto: Pixabay.

En entrevista para FHE, Stephanee Standefer, doctora y directora de la maestría en Consejería de la Universidad de Northwestern comentó que, aunque Bourdain era abierto acerca de su depresión, ello no significaba que estuviera curado, señalando que en esos casos existe un desbalance químico en el cerebro o que es hereditario, como alguna vez lo mencionó él mismo. También apuntó que conforme a una encuesta provista por la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias de EEUU, se desveló que los trabajadores de restaurantes y de alojamientos cuentan con las tasas más altas de trastornos por abuso de sustancias que cualquier otra industria, representando el 19% de los trabajadores que reportan uso de drogas ilícitas.

Ser genuinos, creativos y activos  a lo largo de la cotidianidad, a veces además de la capacidad de adaptarse de manera positiva a las situaciones adversas de la vida, también requiere no sólo el toque de análisis que Fisher aportó a la cultura británica o la versatilidad que demostró Bourdain a pesar de la depresión que lo aquejaba, también el compartirlo puede acercar mejores soluciones que las que el soliloquio de la mente pueda traer al puerto cansado del cuerpo.

Gabriela Estrada Espínola es licenciada en Comunicación por la Universidad Simón Bolívar y Maestra en Periodismo sobre Políticas Públicas por el Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE. Ha colaborado en diversos medios y agencias de publicidad. Twitter: @GabaMaiden

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