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Lo que nunca te contaron de la ley de Salud Mental en México

La iniciativa de ley de salud mental en México es conocida como Ley Bañuelos por ser liderada por Geovanna del Carmen Bañuelos del Partido del Trabajo (PT), así como por parte de su bancada

Hablar de salud mental en un contexto marcado por la pandemia de coronavirus, en poco tiempo nos ha hecho saber que el impacto del encierro ha derivado en casos de depresión, de insomnio y de una sobre exposición a plataformas como Zoom, que han causado casos de cansancio y de hartazgo en entornos laborales o peor aún, de poca accesibilidad para poder avanzar en ambientes escolares.

Vivir en carne propia el encierro durante un largo e incierto periodo hace posible que cuestionemos las hospitalizaciones de pacientes con discapacidad psicosocial (psiquiátricos), sabiendo que un tratamiento efectivo no puede basarse en internamientos arbitrarios que rompan con los vínculos sociales o que no permitan a esas personas estar cerca de quienes aman.

Ilustración: Cortesía de Documenta A.C.

En entrevista para Sucursal Fauces, Diana Sheinbaum Lerner, coordinadora del Programa de Discapacidad y Justicia de Documenta, explicó que a nivel internacional los espacios de encierro, especialmente en un momento marcado por el coronavirus, se reportan como focos rojos, para lo que citó como ejemplo a los geriátricos europeos en los que el 50% de sus habitantes muere, primeramente por ser parte de la población de riesgo, aunque también en parte por la falta de espacio suficiente para mantener una sana distancia y evitar contagios de COVID-19. 

Sheinbaum Lerner señala que el compartir insumos y vivir en condiciones deplorables de higiene habría de generar acciones preventivas especialmente cuando se habla de espacios como los psiquiátricos en los que la iniciativa de Ley de Salud Mental propuesta por el Partido del Trabajo (PT) constituye no sólo una amenaza a los derechos humanos de los pacientes con discapacidad social, sino también un atentado en contra de su salud física y mental al no existir los espacios ni las condiciones para que éstos sean institucionalizados.

Ilustración: Cortesía de Documenta A.C.

Que los hospitales psiquiátricos estén al amparo de la pandemia, no habla de nada bueno, mucho menos cuando las organizaciones y defensores en favor de mejores servicios y leyes sobre salud mental, exponen que la Secretaría de Salud nunca se ha hecho responsable directa de los psiquiátricos y, por el contrario, reporta como responsables directas a las secretarías estatales. El resultado, no es el mejor, enfatiza Diana Sheinbaum, pues ello fragmenta instituciones y responsabilidades, además de evitar la transformación de la que nadie se ha hecho responsable, derivando en vacíos institucionales y en la falta de liderazgo.

Por ello, Diana Sheinbaum, señala que la Ley Bañuelos va en contra de los derechos humanos, además de cuestionar el hecho de que ésta llegara tan pronto al Pleno, dando señales de que alrededor de ella existe poco formalismo conforme a los procesos y lineamientos del mismo Senado. Es decir, cuestiona que si la iniciativa tuvo modificaciones ¿qué versión pudo haberse aprobado en ése inter, cuando primero tenían que votarla en la Comisión de Salud?

Conforme a dichas inconformidades e inquietudes Disability Rights International (DRI), Yo También, Documenta, así como otras organizaciones y defensores de derechos humanos han expresando su descontento, además de insistir en la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU. 

Ilustración: Cortesía de Documenta A.C.

En México el modelo es psiquiátrico, de asilo, por lo que Documenta enfatiza que la transición va más allá del marco normativo, además de hacer hincapié en que no se necesita una reforma legislativa sino poner en práctica servicios de salud mental que se integren al primer nivel de atención, que significa que todas las personas cuenten con la oportunidad de que en sus centros de salud exista atención a la salud mental, asumiendo de una vez por todas que la salud mental no va separada de la salud física, tema que la iniciativa Bañuelos ignora.

Sin embargo sus omisiones no parecen tan inocentes, toda vez que se conforma como una iniciativa de Ley plagada de estigmas y de prejuicios en torno a la salud mental cuando sus impulsores tienen una visión de la condición del individuo limitada y una demanda de ley que estigma y segrega.

En 2014 es mismo CDPD de la ONU exhortó al Estado mexicano a eliminar las medidas de seguridad que implican tratamiento médico-psiquiátrico forzoso en internamiento y, en su lugar, promover alternativas que fueran respetuosas de los artículos de la Convención. También hizo la invitación a derogar la legislación que permitiera la detención basada en la discapacidad, así como asegurar que todos los servicios de salud mental se suministraran con base en el conocimiento libre e informado.

Los peligros de la institucionalización que promueve la iniciativa Bañuelos, conforme a Documenta, pueden derivar en:

  • Abusos a personas usuarias del sistema de salud mental como lo son niñas, niños y adolescentes
  • Detención arbitraria
  • Abuso físico
  • Abuso sexual
  • Esterilizaciones forzadas
  • Uso de sujeciones físicas
  • Uso de sujeciones químicas
  • Aislamiento
  • Negación de atención médica

En resumen, en un trato cruel, inhumano y degradante, tortura.

Dicha iniciativa está por ser votada el próximo miércoles 29 de julio en el Senado y ello constituye una violación a los derechos humanos de la que hay que estar al pendiente sabiendo que el encierro no es buen compañero para nadie.

Gabriela Estrada Espínola es licenciada en Comunicación por la Universidad Simón Bolívar y Maestra en Periodismo sobre Políticas Públicas por el Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE. Ha colaborado en diversos medios y agencias de publicidad. Twitter: @GabaMaiden

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Cómo generar medidas emocionales de protección frente a la COVID-19

Cuando los sistemas de salud están enfocados en el coronavirus en lo respectivo a presupuesto, recursos materiales y humanos, hacer frente a la salud mental necesita de su reorientación con énfasis en la prevención

El pasado viernes 29 de mayo de 2020, Elmer Huerta, oncólogo, especialista en salud pública y comunicador en salud peruano impartió una charla web en la que abordó en estado de los sistemas de salud en América Latina a través de la Fundación Gabbo.

El también colaborador en temas médicos para CNN en Español explicó que los sistemas de salud son métodos por los cuales la atención médica se financia, se organiza y se entrega a una población, es decir, incluyen accesos que delimitan quiénes los tienen y si son sistemas parejos. Ello se refleja a través del tipo de servicios e instalaciones médicas que ofrecen los gobiernos y, especialmente se define por la cultura e historia de cada país.

Huerta puso como ejemplo el caso de EEUU, país al que clasifica de individualista por ir en contra de la reorientación de su sistema de salud hacia uno de corte preventivo, como el que impulsó en su momento el Obama Care, pues la ciudadanía en su mayoría se opuso a  pagar impuestos para cubrir la salud de otros que no fueran los suyos, motivo por el que hoy tal sistema está siendo desmantelado en el país vecino.

Conforme al oncólogo, y con datos basados en el Banco Mundial, son Cuba (11.71%), Brasil (9.4%) y Uruguay (9.3%) los países latinoamericanos que destinan un mayor porcentaje de su Producto Interno Bruto (PIB) a la salud; en contraste, México sólo dirige un 5.2% a dicha categoría. En resumen, los sistemas de salud habrían de cuidar de las personas, sin embargo, ello no da réditos en materia política, de serlo, si fuese medible, ello se reflejaría en satisfacción, estados positivos y estados afectivos deseables en la ciudadanía y no en lo que vemos ahora en su mayoría: sistemas de salud en los que los tomadores de decisión observan como único resultado útil aquel en el que la salud es medible.

Cuando los servicios preventivos de salud mental parecen más complejos de cuantificar al no dar réditos inmediatos en materia política, vemos que lo social tiene que ver mucho con la pandemia y que 630 millones de personas en América Latina y el Caribe representan el 30% de la población que no tiene acceso a servicios de salud por problemas geográficos o de ingresos, ello conforme a la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

Ante tal escenario, el mejor camino podría apuntar hacia la proactividad, es decir, buscar métodos que en medida de lo posible permeen la falta de protección preventiva, aquella que como se mencionó en líneas anteriores, puede generar estados de satisfacción, estados positivos, mejores estados afectivos y deseables en las personas. 

Foto: Pixabay.

La falta de un guión para enfrentar al coronavirus, en este caso conforme a los síntomas emocionales que produce, nos ofrece un espacio de creatividad para generarnos y compartir herramientas de adaptación y negociación de espacios, en el que los cuidados básicos tomen en cuenta las características de una crisis:

  • Falta de productividad
  • Reducción de autoestima
  • Comparación con personas o ambientes pares en cuanto a herramientas para enfrentar la crisis
  • Dependencia
  • Cambios en la alimentación o en el sueño

El encierro que implica la pandemia y la búsqueda de oportunidades en un ambiente adverso (en apariencia), da la sensación de pérdida de control, haciéndonos más susceptibles. Sin embargo, el mantener actividades habituales y/o lúdicas (como el pintar, hacer ejercicio o realizar alguna actividad de la que se disfrute y que sea alterna a las tareas diarias), puede formar parte de los factores para generar mejores espacios tanto individuales como compartidos. 

Foto: Pixabay.

Yahira Guzmán, Psiquiatra y directora de profesores e investigación de la Facultad de Medicina de la Sabana en Colombia, así como Víctor García, director de la maestría en Periodismo y Comunicación Digital de la misma casa de estudios, impartieron también al cierre de la semana pasada un taller sobre salud mental gracias a la Red Mexicana de Periodistas de Ciencia, The Carter Center y la Fundación Gabbo.

Con base en las medidas emocionales de protección frente a la COVID-19 que compartieron los especialistas, se puede resumir que las relaciones interpersonales ante el estrés y sobre el rendimiento laboral se ven envueltas en:

  • El miedo a ser despedidos
  • Las grandes exigencias de los centros de trabajo que han aumentado durante la pandemia en cuanto a capacidad de respuesta
  • Los estados y herramientas emocionales para llevar una vida personal equilibrada
Foto: Pixabay.

En conclusión, para contar con un bienestar afectivo e interacciones positivas en un contexto nuevo para todos y trabajar sobre la angustia, los problemas en casa, de sueño y resultados poco satisfactorios, Guzmán y García recomendaron:

  • Establecer prioridades (haciendo uso de agendas y cronogramas de actividades)
  • En la expresión emocional tener claridad de cuáles son las dificultades reales 
  • Contar con medidas de higiene del sueño (buenas condiciones para dormir)
  • Tener el mente la justa medida de hasta dónde llegar, cuándo parar y respirar
  • Ser y saber que es bueno en lo que se hace, sin querer controlarlo todo
  • Saber reconocer las propias emociones generadas por trabajo, por personas o por incidentes

Gabriela Estrada Espínola es licenciada en Comunicación por la Universidad Simón Bolívar y Maestra en Periodismo sobre Políticas Públicas por el Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE. Ha colaborado en diversos medios y agencias de publicidad. Twitter: @GabaMaiden

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