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Umbrella Academy: la serie sin supermanes de código moral intachable

Recientemente se estrenó la segunda temporada de Umbrella Acaemy, una serie de superhéroes basada en el cómic del mismo nombre que el cantante Gerard Way de My Chemical Romance creó con las ilustraciones de Gabriel Ba.

El prólogo nos cuenta que un día específico en 1989, espontáneamente, varias mujeres que no estaban embarazadas, dan a luz a un grupo de bebés con características y poderes especiales, al tiempo que un excéntrico millonario adopta a esos siete bebés para entrenar sus habilidades y crear una academia de alto rendimiento de superhéroes.

Se puede ver cómo van creciendo y cómo en su adolescencia hay un furor en la Academia Umbrella cuando estos superhéroes luchan contra los malosos sin parar. Aunque la pausa viene pronto, ésa que hace la diferencia con esta historia, un espacio en el que hombres y mujeres adultxs no viven más que del recuerdo, con un chorro de traumas y problemitas por tan peculiar infancia. Es en ése punto donde arranca la serie. 

Foto: Cortesía Netflix.

Y es que, de un tiempo para acá, se han popularizado las ideas de los superhéroes con debilidades y dificultades emocionales, les vemos dudar y verse humanamente vulnerables. El conflicto emocional nubla su juicio a menudo y eso da la impresión de cercanía con nuestra pura y llana ausencia de súper poderes, sin supermanes de código moral intachable, lo de hoy es sentir que hasta lo superhéroes se equivocan y son tan fallidos como cualquiera. Umbrella Academy no es la excepción. 

Lo que acá me ha resultado tan enigmático, es la relación de estos hermanos y hermanas con la figura de su padre y su modelo de crianza. Reginald Hargreeves, el padre adoptivo, es una figura severa que pone mucha presión sobre sus hijos e hijas para alcanzar la excelencia: es metódico y calculador, sin una pizca de compasión ni ternura, es más profesor que padre pero la ley, sus abundantes recursos materiales y económicos le permitieron comprar (es decir, adoptar) a tan singulares lactantes para moldearles a su antojo. 

Por supuesto que el patriarca no se involucró  con los cuidados básicos, se relacionó con esto nenes y nenas como una figura de autoridad hasta que tuvieron la edad suficiente para someterse a sus entrenamientos. Son su propiedad y él, Reginald Hargreeves, es el objeto de sus traumas, aunque hay tres instancias más que quedan en las sombras.  

Foto: Cortesía Netflix.

En el prólogo del primer episodio vemos a las madres biológicas quedar embarazadas de un momento a otro y dar a luz sin entender nada, y de ellas, las que gestaron y parieron no volvemos a saber nada. También vemos a siete uniformadas nanas conducir siete uniformadas carriolas entrando a la mansión Hargreeves, y jamás vemos a Reginald ocuparse de biberones, pañales, llantos ni control de esfínteres, eso no se dio de manera silvestre, es fruto del trabajo anónimo de estas mujeres que no cuentan

Y por último la figura de Mamá, una señora robot (obediente y sin deseos propios) que hace funciones de contensión, consolación  y ternura con los niños y niñas que componen esta familia, brindando las atenciones domésticas de las que dependemos cuando nos ocupamos de algunas cosas pero seguimos requiriendo respaldo, guía y apoyo emocional

Foto: Cortesía Netflix.

Reginald no puede parir, así que compra bebés de madres en situaciones extraordinarias; no le interesa ocuparse de los cuidados básicos así que contrata nanas desechables; no tiene recursos emocionales, entonces construye una robot señora con las habilidades de crianza, y bueno, aunque estas mujeres hacen el trabajo duro, los hijos son de Hargreeves, y si no están más dañados aún, es debido a estas presencias sin crédito alguno en su existencia. 

Negar a las madres parece competencia cuando de superhéroes se trata. 

Samanta Chávez Jiménez, nació en el todavía D.F. Feminista y neurodivergente, estudió Psicología en la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Xochimilco (UAM).Colabora en insttituciones de trabajo humanitario y sus textos abordan el feminismo, el amor romático y la salud mental. No es cinéfila, sólo disfruta de ver un chorro de pelis y series y, a menudo, las “arruina” con su perspectiva de género.

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Día de las madres: una oportunidad de demostrar amor a distancia en tiempos de coronavirus

Sentir el amor entre madres e hijos hoy toma un nuevo cauce que pone a prueba al balance emocional y las tradiciones de frente al panorama de salud pública que se vive de frente a la pandemia

Mantener la salud en el mejor estado ha sido una invitación que las autoridades han hecho a la comunidad a fin de respetar la sana distancia y de evitar el riesgo de contagio por coronavirus durante el día de las madres. En esta fecha cuando México se encuentra en la Fase 3 y durante un momento de aumento de casos de la COVID-19, el  demostrarse amor entre madres e hijos adquiere un matiz distinto que se vive en diferentes escenarios, ninguno de ellos fácil del todo.

El pasado 21 de abril inició la Fase 3 en México, aprobada por el Consejo de Salubridad General, ésta con base en evidencia de brotes activos y propagación en el territorio con más de mil casos. Esta fase se caracteriza como epidémica, en la que hay brotes regionales y dispersión nacional de la enfermedad, por lo que se vive la puesta en marcha de un protocolo sanitario más severo como lo es la cuarentena generalizada.

Actualmente tanto la Ciudad de México (9,218 casos) como el Estado de México (5,710) son epicentro de contagios en el país. En tercer lugar se encuentra Baja California con 2,365 casos. Conforme a los reportes actuales de la Secretaría de Salud (Ssa), en México se han presentado 193 decesos y 1,928 nuevos contagios tan sólo durante las últimas 24 horas; en suma existen a la fecha 33,460 casos positivos de coronavirus y un total de 3,353 muertes. 

Foto: Pixabay.

En contraste, en medio de los diferentes escenarios de importación, dispersión comunitaria, así como epidémicos, quienes son mamás en etapa laboral en México seguramente en la mayoría de los casos no sufran la separación que implica la jornada de sana distancia por la COVID-19 y, muy por el contrario, cuenten con una carga de trabajo más grande.

Una encuesta realizada por el periódico Reforma del 3 al 6 de mayo entre 400 madres de familia señala que el 70% de las encuestadas consideran que su trabajo en casa ha aumentado debido al confinamiento, aunque el 56% de ellas perciben que la integración familiar se ha reforzado, contra un 34% que creen que la interacción familiar continúa igual y un 10% que evalúa que ésta ha empeorado mucho.

Por otro lado tenemos a las madres que hacen honor a su día como cualquier otro, saliendo a la calle, realizando sus labores cotidianas y entre las que encontramos dentro del primer frente al personal de limpieza, enfermeras y doctoras, seguidas de empleadas en las áreas de servicios, como lo son policías y cajeras en tiendas de autoservicio, así como quienes trabajan para aplicaciones como Uber o Cornershop, por mencionar algunas. También existen las que han perdido a sus hijos y quienes no dan tregua a su búsqueda incluso en medio de la pandemia. Por supuesto y de manera especial, también tenemos en cuenta a las que por alguna razón han perdido a alguno de sus hijos, a quienes abrazamos en la distancia con todo el amor del mundo.

Foto: Pixabay.

Por encima de la variedad de escenarios que existen en relación a la celebración del día de las madres este año 2020 bajo el contexto del coronavirus, siempre existe una forma de demostrar amor en la distancia a través de una llamada, un detalle, el desayuno en cama y las diferentes maneras que existen para agradecer y demostrar a todas esas mujeres valientes que decidieron ser madres con todo lo que ello conlleva.

En medio de las grandes cargas de trabajo, de dolor y de los diferentes tipos de separación que se han dado en este complicado periodo, sentir el amor entre madres e hijos hoy toma un nuevo cauce que pone a prueba al balance emocional y las tradiciones de frente al panorama de salud pública que se vive de frente a la pandemia.

El confinamiento, la distancia social y las emociones catastróficas que en ocasiones pueden generarse a raíz de éstos, siempre pueden reducirse con una muestra de afecto, sino en un cien por ciento, de menos ayudan a gestionar la desesperanza y a saber que a pesar de cualquier distancia vivimos en el corazón de quienes amamos. Siempre. 

Gabriela Estrada Espínola es licenciada en Comunicación por la Universidad Simón Bolívar y Maestra en Periodismo sobre Políticas Públicas por el Centro de Investigación y Docencia Económicas, CIDE. Ha colaborado en diversos medios y agencias de publicidad. Twitter: @GabaMaiden

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